martes, 30 de marzo de 2010

Notas

ENTREVISTA A ROSALIA WINOCUR, ANTROPOLOGA
"El celular es un ansiolítico"
Protagonista de la vida cotidiana, el teléfono otorga una ilusión de control, dice una estudiosa.
Por: Héctor Pavón

30-3-2010, CLARIN


Son las ocho de la mañana en el primer día de clase en una escuela primaria de Buenos Aires. La directora saluda a padres y alumnos; se presenta formalmente y lanza la primera señal: "Ningún alumno puede tener el celular encendido dentro de la escuela". ¿Qué poderes esconde el teléfono celular para tener tanto protagonismo en un primer día de clases? Probablemente lleve en sí una contradicción. Bien y mal; permitido, prohibido; apocalipsis y salvación; esnobismo y romanticismo. "Las dos caras", en palabras de la antropóloga Rosalía Winocur, argentina residente en México, donde analiza fenómenos como los del uso de estos aparatos.Winocur vino a Buenos Aires para presentar su libro: Robinson Crusoe ya tiene celular (Siglo XXI). "La versión optimista de que estas redes van a democratizar a los pueblos y el acceso al conocimiento y crear circuitos alternativos al poder convive con la versión pesimista en la que el Gran Hermano se instala en nuestras vidas con un control absoluto. Una versión y la otra tienen algo en común: un fuerte determinismo de la tecnología", dice la autora, que es doctora en Antropología por la Universidad Autónoma de México. ¿Qué es lo que hace que estas tecnologías se hayan vuelto indispensables, omnipresentes? "Finalmente -dice Winocur- los seres humanos, que en toda la historia hemos estado sujetos a la misma incertidumbre y a las mismas amenazas, encontramos un pequeño dispositivo que nos da la ilusión del control de nuestras circunstancias y de los otros".Es verdad, es una época de incertidumbres, en la que los peligros se multiplicaron porque las redes de comunicación los acercan y magnifican y donde las certezas ya no son tales. La comunicación a través de los celulares permite hacer el seguimiento del viaje de un pariente, por ejemplo. Décadas atrás, el viajar implicaba una larga travesía. La comunicación se basaba en cartas que cruzaban lentamente océanos y continentes. "Había que domesticar la esperanza..." piensa Winocur.La ilusión del contacto permanente forma parte de un conjunto de "certezas imaginarias" que van permitiendo "sobrevivir y afrontar, por ejemplo, la amenaza de la dispersión de la familia. La familia siempre fue una fuente de sentido y ahora se dispersa en la ciudad, tiene que recorrer grandes distancias. Esos trayectos están muy amenazados por miedos visibles e invisibles. Y de repente, llega esta tecnología que te ilusiona con la posibilidad de saber dónde está ese pariente..."Pero siempre hay alguien que pone en jaque las teorías. ¿Qué pasa el que se niega a usar celular? "Ese es alguien que te está recordando la fragilidad de la ilusión. El que no usa celular te está diciendo 'es ficticia tu certeza, yo no tengo celular y no lo necesito'. Claro, él tiene un discurso militante sobre eso: no quiere que invadan su privacidad. Y creo que el que se resiste al celular, de manera algo artificial está defendiendo una independencia que ya no puede tener. Eso es tan ilusorio como el que tiene todo el tiempo el celular y se siente seguro: en realidad hay muy pocas cosas bajo control. ¿Cuánto han cambiado nuestras costumbres?Veo a los jóvenes en los antros (discos). Antes estaban las miradas, se tanteaba, hasta que el chico se paraba y encaraba a la chica. Ahora todo se soluciona con un mensaje de texto.¿Un usuario de celular puede devenir adicto?La angustia de la desconexión es una adicción. Hasta los 90, en las películas, todos los personajes fumaban. Ahora, casi ninguno; la mayoría tiene un celular. De la misma manera en que el cigarrillo funcionaba como ansiolítico socialmente aceptado, el celular también es un ansiolítico. Entonces, las redes controlan la ansiedad y se vuelven redes de sometimiento. Para mí es una nueva forma de sometimiento social.

Contratapa / Edición Impresa
La ley de medios, más allá del kirchnerismo
Florencia Abbate
30.03.2010-Crítica de la Argentina


La semana pasada escuché que Tenembaum decía que no iba a la marcha del 24 marzo porque no es kirchnerista. Me sorprendió la mezquindad del argumento, viniendo de un periodista a quien el hecho de trabajar en TN no le impide considerarse progresista, como sugiriendo que la autonomía de su pensamiento no se subordina a la línea de los medios donde aparece; ¿por qué entonces sí habría de sentirse utilizado al concurrir a un acto por los desaparecidos? Decir que la marcha del 24 de marzo es simplemente un “acto oficialista” no resulta demasiado respetuoso con la pluralidad de personas que siempre marcharon ese día, convencidas de que la causa que las convoca trasciende completamente el uso que de ella pueda hacer cualquier gobierno.Hay causas que sin duda no merecen quedar reducidas a la triste dicotomía que nos impone este escenario, donde todos nos vemos condenados a quedar acusados de ser colaboradores del oficialismo o de la oposición. Hay causas que ameritan una visión menos estrecha, menos enfocada a la turbia “actualidad”, tal vez más responsable en relación con el futuro y, por qué no, con el pasado. Es también el caso de la llamada “ley de medios”, que acaba de llegar a la Corte Suprema. Tan a menudo mal llamada “ley de medios K”, la ley que ahora está en la Corte es ante todo el resultado del fruto que ha dado mucho tiempo de trabajo y reflexión por parte de mucha gente que, sin que preponderara ninguna especulación partidaria, pensó y discutió durante años sobre cómo generar una mayor democratización de la palabra. Ése ha sido el espíritu con el cual la Coalición por una Radiodifusión Democrática, compuesta por unas 300 organizaciones sociales, de derechos humanos, cooperativas, sindicatos, universidades, asociaciones gremiales y comunitarias, elaboró en el año 2004 los “21 puntos de la iniciativa ciudadana para una ley de radiodifusión de la democracia”, los cuales sirvieron como base del proyecto de ley que en septiembre del año pasado se debatió en Diputados y fue aprobado, con un amplio apoyo de fuerzas no oficialistas, tras habérsele hecho más de cien modificaciones. Podemos decir que el proyecto aprobado podría haber sido mejor (por ejemplo, si se hubiera limitado aún más la injerencia del Poder Ejecutivo en “la autoridad de aplicación”, o si se hubiera puesto fin a la desregulación de la pauta oficial); y también que podría haber sido peor (por ejemplo, si se les hubiera concedido a las telefónicas el ingreso al negocio del “triple play”, o si no se hubiese incluido la cláusula que contempla el principio de “neutralidad de la red”, impidiendo que las empresas proveedoras de conectividad decidan además sobre los contenidos). Podemos decir muchas cosas, pero no podemos decir que el proyecto aprobado sea malo, ni tampoco negar que nos deja bastante mejor preparados para cuando se concrete el “apagón analógico” y se vengan cambios realmente radicales en materia de comunicación, confirmando que en el siglo XXI las transformaciones generadas por la tecnología resultan mucho más poderosas e implacables que las que nos suele deparar la política. Aunque no garantice ningún mundo ideal, esta ley sienta una serie de premisas que contemplan lo sustancial del espíritu de aquella iniciativa ciudadana; y sería muy bajo objetarla, o no lamentar que haya quedado suspendida por maniobras judiciales, o no acompañarla y reclamar por ella, tan sólo con el argumento de que a corto plazo habría de traerle beneficios al actual gobierno. Los fundamentos de la Ley 26.522 están pensados para proteger nuestro derecho a informarnos y a comunicarnos libremente. Y en ese sentido se establecen algunas nociones centrales: la de concebir a las frecuencias radioeléctricas como un bien común, patrimonio de la sociedad en su conjunto; la de que todos tenemos derecho a saber quiénes son los titulares de las licencias; la de que los medios estatales son públicos y no gubernamentales. Y, fundamentalmente, la de que el objetivo para reglamentar la radiodifusión debe ser “promover la diversidad y el pluralismo”, lo cual sólo puede realizarse, por un lado, mediante normas antimonopólicas que preserven un poco la comunicación de la influencia de grandes empresas cuyos contenidos están decididos meramente en función de sus propios intereses económicos; y, por otro lado, asegurando que un porcentaje considerable de los medios pueda estar en manos de organizaciones de la sociedad civil sin fines de lucro, para que se multipliquen otro tipo de experiencias comunicativas, cuyos fines no sean comerciales. Ésos son los principios generales que se consensuaron para orientar la transición a los servicios digitales. No resuelven todos los problemas, pero al menos proporcionan un marco más deseable que dejar todo librado a las leyes del mercado.

viernes, 26 de marzo de 2010

Bien Público


MENOS DÍAS DE CLASE, ES MENOS FUTURO
No paremos la educación de los chicos

El 2010 nos encuentra ante una nueva situación conflictiva que puede retrasar, una vez más, el inicio de las clases en algunas provincias de nuestro país.

Si bien, el daño que esto produce es conocido por todos… el país, la ciudadanía, los educadores y las autoridades parecen no reaccionar ante ello. Es por esto que esta campaña está apuntada a todos los argentinos preocupados y concientes de la importancia de la Educación en el futuro de los chicos.

La nueva campaña del Consejo Publicitario Argentino busca concientizar sobre la importancia del cumplimiento de la Ley de 180 días de clase.

El mensaje es simple y está basado en una consigna clara:
“Menos días de clase, es menos futuro”.

La campaña está pensada para TV, Gráfica, Vía Pública, Radio e Internet.

Apoyan esta campaña las siguientes Organizaciones:
Fundación CEPP
UNICEF
CEADEL
Educación para todos
Proyecto Educar 2050
Fundación Americana para la Educación
Cimientos

La Comisión de trabajo del Consejo Publicitario Argentino está dirigida por Julio Suaya (Medicus) e integrada por: Martín Bär y Laura Weil (Mix), Roberto Hernandez y Analía Barrionuevo (Concept Media), Raquel Martín y Guadalupe Marín (Urban PR), Horacio Fraccione (Mediamax), Silvia de Pauli (San Cristóbal Seguros), Tarcisio Mulek (Unilever), Verónica Rodriguez Padilla (Revista Nueva), Martín Gimenez Rébora (UNICEF), Constanza Gorleri (Banco Galicia), Agustina Campos (Arcor), Taira Peña (Telefé), Jorge Vázquez (ADV Váquez).

Cliente: Consejo Publicitario Argentino
Agencia: MIX
Titulo: MÍNIMO “180 DÍAS DE CLASE”
Dirección Gral. Creativa: Julián Carrera
Director de Arte: Anibal Guiriani
Redacción: Augusto Guerido
Directora de Cuentas: Laura Weil
Producción Gráfica: M. Ushuaia Terrera
Fotografía: Ricardo Berisso Estudio
Productora: Encuadre
Locución: Arturo Cuadrado
Responsable por cliente: Julio Suaya, Marina von der Heyde, Gonzalo Rodiño

jueves, 25 de marzo de 2010

OBRA ABIERTA

PENSATE UN GUION DONDE LAS MARCAS, LOS LOGOS, LAS MASCOTAS PUBLICITARIAS SEAN NACIONALES, LAS NUESTRAS. POR EJEMPLO, MAMA LUCHETTI TIENE COMO ANIMALITOS, EN SU CASA, A LAS SALCHICHAS TRES CRUCES. UNA TARDE LLEGA MR. MUSCULO Y...

CREA, ATREVETE.

Logorama, una peli de logos MUY pop-art


Una historia de 17 minutos al más puro estilo hollywoodiense. Logorama es una película en la que, entre personajes, escenarios y objetos, aparecen más de 2.500 logos. El corto empieza a emitirse ahora después de 4 años de trabajo de H5.
Ludovic Houplain, fundador de este estudio francés, cuenta que con Logorama no pretendían hacer “una pieza artística”. La intención era crear una historia que “cualquiera pueda ver y disfrutar”.
¿Cómo surgió la idea de hacer una película de logotipos y marcas?
La primera vez que me vino esta idea fue después de realizar el videoclip El niño. Lo hice con Antoine Bardou Jaquet en 1999. Diseñamos un mundo en el que sólo había tipografías. Nuestra compañía de producción de aquella época, Mini Minuit, nos propuso hacer un clip para el grupo francés Telepopmusic. Ya entonces propuse hacer un corto con logotipos americanos y rusos. La idea era establecer un duelo Este-Oeste mediante sus logos y expresar así el choque entre las 2 culturas y las 2 superpotencias. Pero el proyecto hizo aguas.
Durante 2 años trabajé con mi hermano Cyril Houplain en la búsqueda de logos de distintas épocas y durante un año el proyecto quedó en stand-by. Después de una ceremonia de MTV nos propusimos hacer un clip para George Harrison. El quería un videoclip que criticara la sociedad de consumo. Después readaptamos la idea con Hervé de Crécy y la ambientamos en Nueva Orleans. La ciudad constituida completamente por logotipos era arrasada por un ciclón. Las calles quedaban inundadas, los logos eran arrancados de su lugar y arrastrados por la corriente.
La compañía discográfica quedó encantada con el trabajo pero nos preguntó: ¿Cómo podéis hacer para diseñar todos estos logotipos falsos? Y nosotros dijimos que no tenía ningún sentido si los logos no eran reales. Cuando George Harrison murió, pensé que era el momento de retomar la idea y no venderla jamás. H5 produciría la película. Nicolas Rozier y yo buscamos a los productores capaces de hacer una película así sin ningún tipo de censura. Dimos con Nicolas Schmerkin, de Minuit Production, y junto a él encontramos a los partners financieros, Mikros Images, Addict y Canal+.
Empezamos a producirla en 2006. Queríamos crear una instantánea real de la sociedad contemporánea a través de sus dos vectores más poderosos, los logotipos y los medios audiovisuales. Es, de alguna manera, una extensión del pop-art.
Logorama es una película contada como las clásicas superproducciones de Hollywood. ¿Por qué elegisteis este tipo de narración?
Es una caricatura de los largometrajes hollywoodienses. En H5 queremos que los espectadores se metan fácilmente en la película. Nosotros construimos diferentes estereotipos de la cultura popular cinematográfica, con los 2 protagonistas (el bueno: Bibendum de Michelín, y el malo: Ronald McDonald) y los personajes secundarios que dan más riqueza a la historia (el Gigante Verde, Mr. Proper, Haribo, Big Boy, el niño de Bic…). Del sonido se ha hecho cargo Humanworldwide, en EEUU, y tiene una importancia enorme dentro del film. Da una auténtica dimensión de superproducción a la película.
Ronald McDonald es el chico malo. Haribo es un adolescente travieso. Sun Microsystem es el sol… ¿Nos cuentas algunos detalles del casting?
¿Por qué Ronald McDonald? Muy simple. Porque en el casting realizado entre 45.000 logotipos no había nada más parecido al joker de Batman. Tiene la imagen y la actitud ideal para hacer el papel de psicópata. Queríamos contar una persecución de los hombres de LAPD a un traficante de armas que se está fugando por las calles de Los Angeles.
Para seleccionar cada uno de estos roles, dibujé junto a Hervé de Crécy varios story boards sin ningún logotipo. Sólo queríamos la narración de la historia, como un clásico. Y una vez decidido cuál sería el story board definitivo, hicimos la selección de roles mediante un casting de 45.000 logotipos. No pensamos que cada logo utilizado fuera una representación exacta de cada personaje real. Los criterios de selección se basaron en el sentido común, la popularidad, la actualidad…
Ronald fue seleccionado claramente por su psique de payaso psicópata. La decisión de que Sun Microsystem fuera el sol cae por su propio peso. Igual que hacer de Formica la mesa de la cena Pizza Hut. Otras enseñas como Freddy Mac y Enron aparecen por su actualidad. Es una película con muchas lecturas posibles.¿Por qué no queréis difundir el corto en la Red?
Es una decisión fundamentalmente artística. No estamos contentos con la calidad que ofrecen las plataformas actuales para compartir vídeo. Es interesante para la transmisión, la curiosidad y la información. Pero para la difusión de una obra artística es lamentable. YouTube o Dailymotion no tienen todavía suficiente calidad técnica.
¿Dónde se puede ver Logorama?
En Canal+, en algunos festivales, en ciertos museos… Para su emisión en TV todo dependerá de los responsables de programación. Ellos son los que tienen que considerar el riesgo de difundir un contenido que… ¿podría molestar a sus anunciantes? Nosotros hacemos el film. Después nuestros productores son los que tienen que moverlo y encontrar las formas más idóneas de exposición.
¿Habéis recibido feed-back de algún anunciante presente en Logorama?
Los responsables de Dior nos han dicho que les hubiera gustado estar en la película.


LAS MARCAS QUE NOS MARCAN

Culturas
JULIAN GORODISCHER y el consumo intensivo
“Las marcas controlan nuestra vida cotidiana”
En su último libro, Orden de compra, el periodista y escritor reflexiona sobre un deporte masivo: el acto muchas veces automático de comprar. Y, al hacerlo, desnaturaliza los discursos y las estrategias de venta de las grandes empresas.

Patricio Barton
25.03.2010


Por estos días, mientras crecen en YouTube las visualizaciones de Logorama –el corto de animación premiado por la Academia de Hollywood que pone en acción a miles de logos–, en estas pampas un libro de Editorial Marea posa una mirada aguda sobre doce logotipos transnacionales arraigados aquí. Por supuesto, que la coincidencia entre uno y otro acontecimiento es absolutamente casual y el énfasis puesto aquí es totalmente arbitrario. Pero ese mismo vaivén entre la aparente inocencia de la casualidad y el capricho de lo arbitrario es el que domina la mirada sobre las grandes marcas cuando alguien se detiene un rato frente a ellas. Orden de compra es el título del libro que su autor, Julián Gorodischer, presenta de la siguiente manera: “Se trata de un diario de consumos intensivos de doce logotipos a los cuales entregué mi percepción”.El resultado es un libro que transita el ensayo y la crónica periodística, con giros narrativos que ponen al descubierto algunos de los mecanismos de consumo de las grandes marcas. Desde una zapatilla Puma que dialoga con dos tipos de consumidores diferentes y un vendedor hasta un comprador que se deja interpelar por el tono imperativo de los carteles de Wallmart. El libro de Gorodischer es un trabajo de campo de un observador que reflexiona mientras compra, ya sea en el Abasto Shopping, La Salada, Palermo Soho o frente al mostrador de un McDonald’s. El método para afrontar el desafío fue desnaturalizar la negociación que se establece entre el consumidor y la marca. “Me dediqué a especificar los grados de individualidad que se me permitió asumir en cada comunidad imaginaria: sucesivamente fui individuo autónomo como miembro de una tribu y unidad indiferenciada dentro de una población más amplia y compacta”, advierte Gorodischer.–Hay una tensión entre el consumidor domesticado, que aparece en el libro, y el que lo observa, que también está allí y parece ser el mismo. –Trabajé con la idea de un consumidor moldeado plenamente por el discurso de las marcas. Cuando uno sale a observar los temas de la vida cotidiana, es indispensable contar con cierto extrañamiento. La idea es consumir en Starbucks, en Zara o en McDonald’s como si fuera la primera vez, como si fuera un ritual extraño. –Algunos sostienen que en muchos casos los chicos reconocen primero algunos logos antes que varios conceptos, ¿esto podría llegar a formar una nueva forma de percepción del mundo?–Es probable que estos objetos de deseo que uno acepta de hecho quizá porten una sensibilidad y sean una manera de pensar lo real. Los logotipos transnacionales son los grandes observadores, analistas y controladores de la vida cotidiana. No sé si llegan antes o después, pero siguen de cerca nuestras conductas y nuestros deseos.–¿Todas las relaciones humanas están atravesadas actualmente por hábitos de consumo?–Hay que leer a Zygmunt Bauman en Amor líquido para comprender hasta qué punto eso es así. Pero más allá de que me interese la lectura de libros de globalifóbicos como No logo u Obesos y famélicos, lo que me importa saber con Orden de compra es por qué las marcas cambian sus discursos frente a nosotros. Y ese es un ejercicio de observación que hago mientras está ocurriendo el fenómeno. No me paro totalmente fuera de eso; voy y vengo.En el libro, además de la observación de logos entendidos como marcas, también aparece la mirada sobre circuitos comerciales: desde la exaltación del “valor diseño” de Palermo Soho hasta una clasificación exhaustiva de las posibilidades que tiene lo trucho –ya sea como réplica o como fraude– en La Salada; el peso del distrito también forja recorridos y hábitos de consumo. En este sentido, Gorodischer sale a mirar vidrieras, pero no está desprevenido y sabe de dónde viene: “Tengo un lazo muy fuerte con la estructura del shopping. Creo que eso formó a toda una generación en el hábito de consumir sin consultar al vendedor, sirviéndose uno mismo, tocando y revolviendo”.Pero en el libro el ejercicio es de entrega: “Me di como ofrenda al mundo corporativo para devenir en el texto que expresa la crisis de mi condición de individuo: lucho por preservar potestad sobre el orden de lo original y solamente encuentro la melancolía de un objeto discontinuo, la imposibilidad de tomar decisiones motu proprio, la regulación de mi conducta y mi gusto de acuerdo con movimientos de repetición y homologación que materializamos tanto consumidores como oferta de productos”, señala el autor que luce en la foto que ilustra esta nota una camisa Levi’s, idéntica a la de tantos otros, pero de su propio guardarropa.

El observador observado. “Tengo un lazo muy fuerte con el shopping. Creo que eso formó a toda una generación en el hábito de consumir sin consultar”, dice el autor.

DIARIO CRITICA DE LA ARGENTINA

martes, 16 de marzo de 2010

Aniversario

Y EL MUNDO COMENZABA A NAVEGAR
Internet cumple 20 años

Fue en 1990 cuando se creó la World Wide Web (WWW), el sistema que les dio acceso a la navegación y le cambió la vida a gran parte del planeta. Hoy, es usado por 1.700 millones de internautas, el 25% de la población mundial.


Alrededor de 1.700 millones de internautas, el 25% de la población mundial, deberían estar de fiesta en este mes de marzo, cuando se cumplen 20 años de la creación de la World Wide Web (WWW), el sistema que les dio acceso a internet y le cambió la vida a gran parte del planeta. Antes del invento del inglés Tim Berners-Lee, hecho público en marzo de 1990, internet era una herramienta creada tres décadas atrás por universidades de los Estados Unidos e impulsada por el Departamento de Defensa de ese país, al calor de la guerra fría, a la que sólo tenían acceso una comunidad reducida de expertos que manejaban complicados códigos de computación. Pero cuando Berners-Lee logró crear un soporte que permitió enlazar la información que ya había en internet y simplificar su acceso, independientemente del sistema que se usara, abrió la puerta a la masificación y desató la revolución que hoy se está viviendo. "Yo estaba en el Consejo Europeo de Investigación Nuclear, en Ginebra (CERN), un ambiente emocionante, con gente de varios países, de distintas universidades y trabajaba para diferentes personas. Y todos tenían distintos tipos de computadoras y distintos tipos de software", explicó Berners-Lee. "Cuando quería hacer mi trabajo tenía que construir un programa que hiciera que un sistema hablara con el otro. Tenía que averiguar cómo funcionaba cada uno y después cómo funcionaba la infraestructura, porque todo estaba en diferentes computadoras. Así que la idea de la web era como un lugar donde todos pudiéramos tener las mismas cosas disponibles", agregó. Concretamente, ejemplificó en recientes declaraciones, "no podías conseguir información de un lugar al mismo tiempo que lo hacías de otro. Tenías que sacar información de un sistema y escribirla en el reverso de un sobre y después ir a otro sistema e ingresar ahí la información". En otras palabras, las computadoras eran instrumentos de cálculo y de almacenamiento de datos con complicados sistemas de interconexión que enlazaban algunos centros militares o de inteligencia de los Estados Unidos y las grandes universidades norteamericanas. Ante ello, Berners-Lee puso manos a la obra para diseñar lo que él llama un "pequeño programa" que permitió que los documentos que se encontraban en diferentes sistemas fueran accesibles para todos los usuarios en una nueva red en la que se los pudiera vincular y agregarle nuevos vínculos. Lo que T. Berners-Lee creó fue un sistema de hipertexto global (http) que transformó internet: dejó de ser un mundo de cables y procesadores para convertirse en un espacio virtual donde cualquier usuario, sin ningún conocimiento informático, está ahora a un clic de documentos, música o videos. Pero el científico inglés no sólo no se conformó con ello sino que con ayuda de otros colegas buscó la forma para que esas páginas, vinculadas a través del hipertexto, pudieran ser visualizadas gráficamente por cualquiera que ingresara a internet. Así nació, antes de que terminara 1990, el primer "browser" o navegador, llamado inicialmente WorldWideWeb y luego Nexus, padre de los ya legendarios Mozaic y Netscape y abuelo de los actuales Internet Explorer, Firefox, Chrome, Safari y Ophera. Junto con la WWW, fueron surgiendo otros servicios que contribuyeron a popularizar internet, como el de correo electrónico (SMPT), la transmisión de archivos (FTP y P2P), el chat (IRC) y la telefonía (VoIP). De ahí en más, los cambios en las comunicaciones y en el acceso a la información adquirieron un ritmo vertiginoso. A mediados de 1991, la web estuvo disponible para aquel que quisiera navegar por internet. El primer servidor se instaló en la misma CERN, pero a mediados de la década del 90 los servidores se habían multiplicado y la web ya era utilizada en todos los continentes. La creación de la red, como se la llama ahora al sistema de intercambio de información que permite la World Wide Web, transformó el mundo al punto que algunos la consideran un hito semejante a la Revolución Industrial del siglo XIX. Los "buscadores" de información se convirtieron en empresas multimillonarias y proliferaron las compañías .com, que revolucionaron las actividades comerciales y financieras, la vida cultural y el entretenimiento, y las actividades sociales. Esa gran red de computadoras, con ese universo de información que parece infinito, dio origen a un mundo diferente en el que internet ha pasado a formar parte de toda la actividad humana e inimaginable hace tan sólo dos décadas atrás. www.26noticias.com.ar

miércoles, 10 de marzo de 2010

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EL ENCUENTRO DE LA PUBLICIDAD. MARRIOT PLAZA HOTEL.

DEL 27 AL 30 DE ABRIL. WWW.FIAPONLINE.NET.

¿Qué se recordará, qué se rescatará?


La atrofia de la memoria

El pendrive infinito
CRITICA DE LA ARGENTINA
9-3-2010


Primero fueron 250 MB, después 512 MB, 1, 2, 4, 8, 16, 32, 64, 128 y hasta 256 GB y así... Desde su creación en 1995, la capacidad de los pendrives no para de crecer, como si estuviera escrito que nunca se detendría, que no pararía de ampliarse hasta al mismísimo final: hasta llegar no al Big Crunch que presumen algunos –pocos– físicos, sino al pendrive infinito en el que absolutamente todo –recuerdos de completamente todos los habitantes del planeta, todas las películas hasta ahora filmadas, todos los libros escritos– cabría en el interior mismo de un artefacto que se expande como lo hizo el universo milisegundos después del Big Bang.La idea es explosiva: pensar que ahí, en el bolsillo del pantalón, en el fondo oscuro de la mochila que se bambolea al ritmo de tus pasos, en algún rincón de la cartera o en el lugar elegido para llevarlo de casa al trabajo, hay un minicosmos podría encender aún más los delirios de deidad y arranques megalómanos de ciertas personas. Pero todo indica que hacia allá vamos. Que en estos rectángulos mínimos confluyen y confluirá aquello que no se desea ni se puede olvidar. No importa mucho que se llamen Kingston o SanDisk, los pendrives o memorias USB crecen a un ritmo desenfrenado contagiando a todos la gula del bibliotecario: aquella pretensión de hacer entrar ordenadamente en un espacio físico reducido –una biblioteca, por ejemplo– una infinidad de objetos mínimos y discretos.Aunque mientras eso ocurre, una transformación íntima y subjetiva toma cauce pese a que nadie la mencione o advierta en los noticieros, en aquellos programas televisivos que exaltan la estupidez. Alguna vez alguien dijo –no importa quién, no importa cuándo– que cuando un órgano no se utiliza al máximo, se atrofia. Si uno es diestro, obviamente, el brazo izquierdo será el débil. Si se vive toda una vida en una habitación oscura, los ojos tenderán a ser como los de los topos. Si se trabaja en el subte, el destino indefectible será la sordera.Las repercusiones orgánicas de los pendrives y demás tecnologías nemóticas –la cuenta también de capacidad infinita del mail, las agendas, los calendarios electrónicos– se sienten en aquella facultad tantas veces subvaluada: la memoria. Y la dañan, la minimizan. ¿Para qué memorizar un número de teléfono si se lo puede hallar en la agenda del celular? ¿Para qué acordarse de una fecha de cumpleaños si Facebook te lo recuerda con días de antelación?
En fin, ¿para qué recordar? He ahí la verdadera pregunta existencial que ya se palpita y que cobrará verdadera fuerza en un futuro no tan lejano, repleto de individuos atemporales que viven el futuro antes que el presente, y al hacerlo, olvidan el pasado.

Aniversario


El Photoshop cumplió 20 años


El programa de edición de gráficos fue lanzado por Adobe en 1990; el desarrollo , que demandó mucho tiempo de trabajo, fue impulsado por dos hermanos desde la Universidad de Michigan en 1987.
LA NACION -TECNOLOGIA, 10 DE FEBRERO DE 2010.

En los últimos años, en las expresiones comunes y corrientes de todos los días, determinados nombres extranjeros de dispositivos, productos, y servicios relacionados con la tecnología se popularizaron como verbos. Dentro de este panorama, a 20 años de su lanzamiento comercial, el programa de edición de gráficos Adobe Photoshop , es un claro ejemplo de retocar una imagen de forma digital.
Ha sido centro de diversas críticas por el abuso de este recurso, como sucedió en el caso de una cintura excesivamente afinada de una modelo en un anuncio de Ralp Lauren . Fue tal el escándalo que en Francia una legisladora presentó un proyecto de ley con una serie de normas que advierta si una imagen fue retocada de forma digital.
Sin embargo, sus comienzos estuvieron alejados de los escándalos. Un estudiante de la Universidad de Michigan, Thomas Knoll, escribió en 1987 el código de un programa que tuviera la capacidad de reconocer y editar imágenes. En sus comienzos se llamó Display. Su hermano John , que en esa época ya trabajaba en la compañía de efectos especiales Industrial Light & Magic (ILM) reconoció el potencial que tenía el software, con un funcionamiento similar a las aplicaciones que utilizada en su trabajo.
Durante los años siguientes, los hermanos Knoll refinaron y ajustaron sus funciones, lo renombraron como ImagePro en 1988 y, dos años más tarde, Adobe compró el programa y lo lanzó de forma comercial, bajo el nombre de Photoshop 1.0. Mientras algunos blogs señalan que el 10 de febrero de 1990se produjo la presentación del software, Adobe le confirmó a lanacion.com que considera como oficial el 19 de febrero.
Más allá de los pequeños días de diferencia en el anuncio, los años siguientes Photoshop fue creciendo de la mano de Adobe, en múltiples ediciones, tanto para la plataforma Mac como PC. Thomas Knoll pasó a figurar en los créditos de la aplicación, mientras que John Knoll continuó con su trabajo en ILM como supervisor de efectos especiales en diversas películas, como Star Wars: Episodio 1, Piratas del Caribe y en la última producción de James Cameron, Avatar.